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Comienza el 2º trimestre del 2016 y nos enfrentamos a un
cambio importante de las reglas de juego políticas y económicas, tanto a nivel
nacional como provincial.
En nuestra provincia, el fallido intento de imponer una
reforma fiscal y previsional inédita sin
los acuerdos sociales necesarios, que en definitiva, intenta que el déficit
crónico creado por la clase política provincial, lo paguen las familias
fueguinas, a través de descuentos salariales y previsionales en el sector
público e incremento de la presión tributaria en el sector privado, ha mellado
seriamente la confianza en Rosana Bertone en sus primeros 90 días de mandato
como Gobernadora, y colocado a la provincia en un estado de convulsión social como
nunca se registró desde su nacimiento.
A medida que los detalles concretos y prácticos que la
aplicación de todas las medidas del paquete se van conociendo, y debe destacarse que en lo que hace al
sector privado todavía no se ha tomado noción de la envergadura y el impacto
que tendrán, la sociedad fueguina empieza a tomar nota de lo que deberá
pagar por el costo del despilfarro y la corrupción de haber sido gobernados de
manera irresponsable en la “Isla de la Fantasía”.
Pero éste no es el único camino posible. Es claro que
estamos a las puertas de un cambio estructural de las reglas de juego que no se
advierte en su verdadera dimensión y alcance.
La Provincia no existía cuando el resto de ellas junto con la
Nación en 1988 se sentaron en una mesa de negociación para resolver el reparto
de los ingresos coparticipables recaudados en sus territorios por la hoy
Administración Federal de Ingresos Públicos (afip). Esa negociación, liderada
por el Presidente Alfonsín, se plasmó en la ley de coparticipación federal hasta
ahora vigente, un tipo de ley que muchos calificamos como semi pétrea o complementaria
de la Constitución Nacional.
La Nación, para el aquel entonces Territorio Nacional de su
pertenencia, diseñó un orden económico y geopolítico que se puede resumir en
dos medidas trascendentales: 1) El establecimiento simultáneo de dos regímenes
de promoción económico e industrial consistentes en la exención de todos los
tributos federales coparticipables en dicho Territorio, por un lado, y el cobro
directo por parte de las industrias promocionadas de los tributos federales
aplicables por la venta de la mercadería producida por éstas en el resto del país y 2)
La coparticipación al ex – Territorio Nacional del 0,70 por ciento del total
recaudado por la AFIP en el resto de la República.
Más tarde, en 1991, la Nación creó la Provincia y la autonomía
que ello trae aparejado y se formó entonces la clase política provincial que
gobernó, dentro del orden económico
establecido por esas dos medidas nacionales, es decir dentro de un mercado
económico único y diferente en el país.
En síntesis, desde 1991, la administración de los recursos
provinciales, los planes económicos, el sistema jubilatorio y de salud estatal,
la política de empleo, el nivel de salarios del sector público y privado, es
decir, la forma en que se distribuye y gasta el presupuesto provincial, se
enmarca principalmente dentro de los límites de estas dos medidas de desarrollo
establecidas por la Nación: No aporte a la caja nacional y recibir de ésta el
0,70% mensual.
Han pasado 25 presupuestos o años fiscales y el resultado de
las gestiones provinciales han sido un déficit fiscal y de caja creciente y
cada vez mayor. Se gasta todo el dinero que la Nación remite, más todos los
recursos tributarios locales, incluyendo las regalías por gas y petróleo y aun así no alcanza.
Por el lado del sector privado, unos pocos jugadores han
concentrado la importación y comercialización de mercaderías y servicios,
creando verdaderos oligopolios que forman y determinan los precios de los
bienes y servicios relevantes en el mercado de la provincia (A.A.E.). De esta
manera, se apropian de las exenciones fiscales indirectas que la ley 19.640
destina a los consumidores, con la consecuente elevación del nivel de precios
que queda así establecido muy por encima del resto del país.
En este estado de cosas, la Gobernadora Bertone decidió
pasar un paquete de leyes fiscales y previsionales sin los consensos previos, que
en lo sustancial hace más de lo mismo: No ataca las causas del déficit, y se
limita a tratar de imponer una mayor presión fiscal (aumentos de bases
imponibles, alícuotas y tasas, y principalmente acompañado de un código fiscal como
herramienta futura que asegure la recaudación a como dé lugar); y cuasi fiscal (descuentos en los salarios de
activos y pasivos del sector público, modificación de las condiciones de cobro
y jubilación), más los futuros y fuertes aumentos en los servicios públicos
esenciales (agua, cloacas y electricidad), todo lo cual en definitiva y por el
efecto del traslado del costo fiscal al último de la fila, recaerá sobre las empresas
y familias fueguinas.
Pero la búsqueda de fondos, no para allí. Un asesor de
Rosana Bertone viajó a San Juan para conocer cómo trabajan los yacimientos a
cielo abierto que utilizan cianuro en sus procesos químicos, a pesar que esta
actividad está expresamente prohibida por nuestra Constitución y la desastrosa
experiencia del derrame de cianuro de Barrick Gold en esa provincia. No
obstante Según lo publicado por Infobae, un representante de la Gobernadora se
reunió en San Juan con autoridades de la canadiense Yamana Gold para analizar
las ventajas de la actividad minera. Ciertamente, no parece la manera de tapar
el agujero fiscal.
Sin embargo, y más allá de la convulsión social ocasionada,
es necesario mirar más adelante y en el contexto de la política nacional.
El gobierno nacional ha dicho claramente que convocará a las
provincias a sentarse a negociar los nuevos términos de la distribución de los
ingresos coparticipables que se recaudan en cada una de ellas, salvo en Tierra
del Fuego en cuyo territorio no se recauda un centavo.
Es indudable que en esa mesa de negociación habrá de
reconsiderarse la situación y conveniencia de estas dos medidas otorgadas en su
momento al ex - Territorio Nacional, por un lado las exenciones fiscales de la
ley 19.640 y por el otro la entrega del 0,70% de los fondos nacionales.
Habrá de ponerse sobre esa mesa cuestiones como la
apropiación de las exenciones fiscales por parte de empresas que las retienen o
remiten fuera del mercado de la provincia en directa violación de los fines de
la ley 19.640 perjudicando a las empresas y familias de Tierra del Fuego; la
falta de entrega al sistema jubilatorio estatal del 16% del salario retenido a
los trabajadores estatales y su uso para pagar gastos corrientes, sobreprecios
y gastos políticos, porcentaje que en definitiva salió en gran parte de ese
0,70% de los fondos nacionales; el consecuente déficit estructural que tiene el
sistema jubilatorio; la circunstancia de que 2.600 jubilados en la provincia,
de los cuales una parte no reside más en ella, se llevan el mismo dinero que el
que recibe la municipalidad de una ciudad de 350.000 personas para su
mantenimiento anual; la circunstancia de que varios centenares de funcionarios estatales
perciben salarios de convenio superiores a $ 150.000, y que otro tanto pasa con
magistrados judiciales, legisladores y altos cargos políticos de empresas
estatales y órganos descentralizados, entre otras situaciones.
Lo importante aquí es
recordar que todo este gasto es posible solo
por la existencia de las dos medidas señaladas, exención fiscal nacional y su
contraparte, ingreso de coparticipación federal.
En cuanto al sub régimen de promoción industrial, los
empresarios beneficiados cuentan con un decreto que les garantiza la
estabilidad fiscal de las reglas de juego actuales hasta el año 2023. Pero las
familias y empresas residentes en la provincia no cuentan con una norma similar
respecto del sub régimen de promoción económica. Dicho de otro modo, las
exenciones fiscales nacionales pueden ser dejadas sin efecto por la sola
decisión del Presidente Macri, pero no así las exenciones fiscales que gozan
las empresas con proyecto industrial vigente en la Isla.
Esto significa que si no se pone en valor nuevamente el sub régimen
de promoción económica de la ley, mediante un plan económico que incluya la
buena disposición del Gobierno Federal, y se llega a la instancia de barajar y
dar de vuelta con las restantes provincias, es muy probable que Tierra del
Fuego se enfrente a dos opciones: 1) se reduce o resigna el porcentaje de
coparticipación federal, o 2) se derogan las exenciones fiscales a los residentes
en Tierra del Fuego. Claramente, la segunda opción aparece como más probable,
porque no afectaría directamente los ingresos estatales y el “ajuste” lo
pagarían los de siempre, es decir todos los demás.
Esto, si bien no significaría el despoblamiento inmediato de
la Isla, ciertamente la sometería a una rápida e inexorable decadencia y
recesión, cuyas consecuencias en términos de valor y desarrollo no son de caso
tratar aquí.
Es que en términos de la propia ley 19.640, “la peculiar situación geográfica extremadamente
austral de los territorios involucrados y sus consecuencias directas en materia
de relativo aislamiento, condiciones de vida y grado de actividad económica y
su desarrollo en gran parte mantienen actualidad”, razón fundamental que
explica la necesidad de su mantenimiento Y su puesta en valor nuevamente, no
solo respecto del sub régimen industrial en directa competencia con su similar
en Manaos, Brasil en el marco del arancel común del Mercosur, sino
principalmente respecto del sub régimen de promoción económica que es el
verdadero motor del desarrollo social fueguino.
Sin embargo, todavía estamos a tiempo y toda crisis puede
ser una oportunidad. Es absolutamente necesario poner en marcha una serie de
medidas legales, económicas y técnicas en colaboración con la Nación para poner
en valor el régimen de promoción económica, de manera que el flujo de caja resultante de las exenciones fiscales
nacionales alimente y desarrolle el mercado interno de Tierra del Fuego, y quite de la mesa de negociación del nuevo
pacto de coparticipación, el argumento de que estas exenciones son desviadas a
un reducido grupo. Esto, con las medidas técnicas de fiscalización adecuadas, permitirá un descenso sostenido del nivel
de precios y del gasto fiscal, acelerando el desarrollo, el empleo y la
inversión en Tierra del Fuego.
La baja inicial en la recaudación del impuesto a los
ingresos brutos, producto del menor valor relativo de los precios, será
ampliamente compensada con el incremento del consumo correlativo.
Piénsese simplemente que el porcentaje de incremento de la
presión fiscal del paquete de leyes en crisis es netamente inferior a uno solo
de los impuestos federales indirectos cuya exención no llega al Estado
provincial, las empresas y las familias fueguinas, como es el I.V.A.
Otro tema a corregir será lo que ocurre con las industrias
promocionadas, que no sólo están exentas de la carga fiscal federal por tener
domicilio en el Área Aduanera Especial, sino que se apropian –legalmente- de
los impuestos internos, IVA y demás tributos aplicables a la comercialización
de los productos que exportan al resto del país, y además gozan de altas
barreras aduaneras de ingreso para asegurar de que sus productos no sufran
competencia, lo cual se traduce como siempre, en precios finales al consumidor
iguales o más altos que los mismos productos en el exterior. No obstante ello, su aporte a la economía
fueguina se reduce en lo sustancial a salarios y pocos proveedores locales y condicionados
a sus niveles de ventas. No hay ningún aporte en términos de
infraestructura, barrios, escuelas, comisarias, centros comunitarios, calles,
servicios ect. Es decir, la única inversión que efectúan en la provincia de la
renta que obtienen, se reduce al mínimo indispensable para producir y vender,
minimizando el fondeo de capital y el gasto social en la Isla.
Habrá entonces que establecer los mecanismos legales
necesarios -que existen- para equilibrar salarios, jubilaciones y prestaciones desproporcionadas
o privilegiadas sin afectar a la inmensa mayoría de trabajadores que ganan un
salario digno y acorde a la realidad insular de Tierra del Fuego. Los que se
esconden detrás de esa mayoría mientras reclaman irrestricto respecto a sus
derechos, deben saber que ningún derecho individual es absoluto y en todo caso
debe ser compatibilizado con el del resto de la sociedad, y cuando se trata del
dinero de todos, evitar privilegios injustos a costa del déficit general.
También deberá garantizarse por ley -y con severas penas- que
la retención del aporte jubilatorio de los trabajadores sea transferido
automáticamente por el Banco de la Provincia a la Caja de Jubilaciones sin
posibilidad alguna de que responsables del gobierno provincial o las
municipalidades puedan –como lo han hecho en el pasado- apropiarse de estos
dineros para otros fines.
La implementación de las llamadas “Agencias Recaudatorias”
además de su rol antidemocrático, han resultado un verdadero fracaso, como lo
demuestra el estado de la mayor provincia del país, donde la Agencia de
Recaudación de Buenos Aires (ARBA) secuestra vehículos, embarga cuentas, inhibe
gente, detiene personas en medio de verdaderos shows mediáticos desde su
creación, y hoy basta recorrerla para constatar el grado de pobreza,
inundaciones por falta de inversión en infraestructura, escuelas destruidas,
hospitales desarmados y una absoluta falta de seguridad donde campea el
narcotráfico y la trata de personas. Claramente esa agencia no ha servido para
sacar al pueblo de ese estado, sino a otros fines. Es con “agencias” como ARBA
y otras que sujetos como Lazaro Baéz, Cristobal Lopez, Federico Elazkar,
Ricardo Jaime y tantos otros han saqueado el país impunemente frente y con la colaboración de
sus máximos responsables, como Echegaray, mientras el ciudadano de a pie es detenido en
una ruta camino a sus vacaciones con la amenaza de que si no lleva todos sus
“papeles” le confiscaran el vehículo. Es
que el Poder corrompe, y el Poder absoluto, corrompe absolutamente.
Una política tributaria transparente, equitativa, progresiva
y con respeto a quienes pagan los impuestos, sin “agencias recaudatorias” o
normas antidemocráticas como marca la Constitución, requiere que el aporte deba
ser sufragado en proporción por los sectores que mayor renta obtienen, es decir
quienes explotan y comercializan los ingentes recursos naturales de la
provincia, como el gas, el petróleo, los minerales y la pesca, un ítem que no
se ha trabajado adecuadamente. Todo esto es posible con sintonía legal fina,
controles y mediciones efectivos. Asimismo, la derogación de normas
regulatorias provinciales y municipales que traban la iniciativa privada de los
pequeños y medianos emprendedores, y el restablecimiento de la confianza
pública en la Justicia, que garantice seguridad y previsibilidad jurídica son también
parte indispensable de las medidas necesarias para encarar con algún grado de
éxito el futuro del destino de la Provincia.
En síntesis, estas líneas simplemente quieren mostrar que
existen caminos alternativos al ajuste impuesto, y que esos caminos, en esta
coyuntura, no pueden limitarse solo a apagar el incendio, sino simultáneamente a
resolver el futuro estructural de la
sociedad fueguina de cara a la próxima negociación como provincia en la mesa
nacional. Si de urgencias y gobernabilidad se trata, es mejor el litigio
judicial con unos pocos que el incendio con los demás, porque se debe gobernar
para todos los fueguinos. El déficit fiscal existe y debe cesar, no es posible
refinanciar la tarjeta eternamente. Pero no es entregando a los hijos la forma
de hacerlo. Habiendo otros caminos, es un acto de fortaleza y gobernabilidad
tomarlos.
Es necesario que todos los sectores públicos y privados y
principalmente la Dra. Bertone pues es quien detenta el poder, se sienten a
repensar como seguir en los próximos años, para que Tierra del Fuego deje de
ser inviable. De lo contrario, la Historia de nuestra Provincia la escribirá la
Nación y las restantes provincias, no nosotros. Y lo harán pronto.
Que bárbaro, como nos emperno ésta Sra Che!
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